Es necesario fomentar la vocación docente, persuadir a los jóvenes con auténtica vocación a seguir esta profesión y permitirles su realización personal desde ese ámbito.
Por Moises Pariahuache. 06 julio, 2021. Publicado en El TiempoA los maestros se les aprecia siempre; aunque muchas veces se les recuerda más por la acogida, la confianza o el apoyo brindado antes que por el contenido enseñado. Es que la riqueza de la experiencia escolar está en función de la relación humana establecida. Cuando en las escuelas hay docentes de vocación, la niñez encuentra alguien en quien confiar y, de quien aprender, por lo que es y por lo que enseña. Los mejores maestros, con su presencia, sus conocimientos y su obrar, ayudan a forjar el carácter de sus estudiantes y a humanizar la sociedad.
Las familias siempre buscan buenos maestros para sus hijos; no obstante, la experticia para educar se logra cultivando el talento. En la última década, lamentablemente, pocos jóvenes han elegido la docencia, como profesión, a pesar de que el profesorado es un actor esencial en las escuelas.
Es necesario fomentar la vocación docente, persuadir a los jóvenes con auténtica vocación a seguir esta profesión y permitirles su realización personal desde ese ámbito. Así, ayudarán a satisfacer la necesidad social de brindar una educación de calidad para todos. Asimismo, hay que fortalecer las capacidades del profesorado actual
Las investigaciones señalan que el arraigo vocacional es un buen predictor del desempeño docente; cuanto más temprano se descubra, mejor –aunque siempre hay excepciones-. Entre los principales hitos en la historia de formación de un maestro aparecen las motivaciones trascendentes e intrínsecas: querer ayudar a los otros y disfrutar enseñando. Estos motivos se aprecian muchas veces cuando de por medio hay un docente que obra bien. Del buen obrar se logra: valorar mejor la obra, perfeccionarse al hacerla y atraer hacia la buena práctica a quien contempla lo obrado. En ese sentido, hace mucho bien el profesor que asume su labor con alegría y compromiso.
Un profesor, tras cinco años de formación, se anima a dar con amor lo mejor de sí para que cada estudiante crezca como persona; quizá por eso en el mensaje de gratitud al profesor Hundert -protagonista de la película “Lección de honor”, dirigida por Michael Hoffman- le dicen: “Un profesor tiene poca historia propia que contar. Su vida pasa a otras vidas; los profesores son los pilares de la estructura más íntima de nuestros colegios, son más fundamentales que las piedras o las vigas y siguen siendo una fuerza impulsora y una energía reveladora que nos guía en nuestras vidas”.
El legado de un maestro trasciende generaciones, los ideales que transmite inspiran el presente y dan confianza de un mañana mejor.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.